La abuela y el dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí
Augusto Monterroso
Siempre recordaré las palabras que un día mi abuela me dijo cuando yo apenas era un niño: «nunca te fíes de los hombres que visten de traje, menos aún si son jóvenes, no les abras si un día llaman a tu puerta, tratarán de venderte pastillas para el dolor, insecticidas para los sueños, te hablarán con palabras elocuentes y te dirán que los dinosaurios no existen, que ya no están».
Sí, recuerdo muy bien aquellas palabras, hoy, en su lecho de muerte, recuerdo cuan útiles me fueron el día en que un joven vestido de traje llamó a mi puerta. Era elegante y lucía virtuoso un traje negro bien planchado con camisa blanca, corbata roja y pelo engominado. Habló con la elocuencia de los perfumes caros, con palabras gallardas y voluptuosas, me ofreció pastillas para el insomnio y me habló del mal imaginado, del dolor onírico, y de la anestesia de flores; yo lo escuchaba embelesado, sin embargo, mantenía cierta desconfianza al pensar en las palabras que me dijo mi abuela aquella vez. Le respondí que creía en los dinosaurios, que estos existían, que todavía estaban, y que mi abuelo una vez mató uno y lo enterró en el monte y después le puso una cruz.
Él se rió de mí, me dijo que era un iluso, que los dinosaurios no existían, que ya no estaban, que despertase y que volviese a la realidad de las canciones tristes; y sin mediar más palabra, se dio media vuelta y se dirigió hacia su unicornio. Tras montar en él, se colocó el embudo sobre su cabeza y se despidió diciendo que quienes creíamos en los dinosaurios estábamos locos. Dicho esto, el unicornio echó a volar y nunca volví a saber nada de aquel joven.
dibujo de un dinosaurio y un unicornio
Dibujo de Eric Royal, visita su blog

Vuelvo a tras mucho, mucho tiempo a publicar algo propio, a veces piensas guardarlo para probar suerte en concursos, pero luego dices, para qué; así que en vez de eso, lo cuelgo aquí y genero contenido para justificar que todavía tengo un blog.
Podría explicar cosas sobre el relato, pero no lo haré, las pelis de Lynch no se pueden explicar, el surrealismo muchas veces tampo, aunque yo no soy ni Lynch ni Buñuel, o Arrabal, o Dalí; sus obras son deformaciones de una idea, y esto es una deformación de una idea, de pensar en unicornios, y de pensar en comerciales, la fusión de esos dos pensamientos dio lugar al cuento.

2 comentarios:

  1. No tienes nada que explicar, persona "cruel y despiadada", como dices al compartirlo. El relato se explica solo. Se explica muy bien. Y a mí me gusta. Pero, oye, ¿de verdad existen los comerciales o son solo seres mitológicos?

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    Respuestas
    1. jajaja, muchas gracias Carmen, que velocidad, se nota que es domingo y toca jornada de responder comentarios jajaja, es lo que tiene ser una superestrella bloguera.
      Dicen que existen, pero yo nunca los he visto;-)
      Lo que si te prometo es que lo del dinosaurio y el monte es una anécdota real, de esas del cole.
      Un abrazo.

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