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El diente

El diente


A mi querida amiga Lorena, pues sin ella este cuento no hubiera sido posible.

Había una vez un niño que creía en las hadas y en los cuentos, porque la magia en los libros siempre existía.
Un buen día, al niño se le cayó su primer diente, lo cogió con mimo, y lo depositó con delicadeza bajo su almohada. Colocó un trocito de queso sobre la mesilla de noche para que el Ratoncito Pérez se lo comiera cuando viniera a llevarse su diente a cambio de unas monedas; esa noche soñó con tener un hámster para cuidarlo, alimentarlo, y jugar con él.
Cuando despertó a la mañana siguiente

Un sueño redondo

Un sueño redondo

Autor: J. C. Chadro
Había una vez un niño que soñaba con ser mayor para conocer la respuesta a todas las preguntas. Y sobre todo para que nadie volviera a decirle:

- Ya lo entenderás cuando seas mayor.

Noche de San Valentín

Noche de San Valentín, cena con velas para dos sobre una mesa de madera vestida por un largo mantel malva que roza el suelo escondiendo el fuste central de la mesa y los cuatro pies de madera ya gastada por las pisadas sobre los que se sustenta. Una cálida luz tenue ilumina el orondo cuerpo cristalino y sin talles de dos copas, separadas por un centro de lirios abrazados por siete rosas, bañadas por el tanino de un gran reserva de sabor astringente y color violáceo, pero muy mediterráneo; una elección especial escogida con el mimo y el entusiasmo de quien sabe celebrar los grandes momentos, y esta noche iba a ser uno de ellos, por lo que bien merecía una pequeña concesión veleidosa.

El jugador de ajedrez

El parpadeo constante del reloj penetra en mis sienes, aguijoneando mi sistema nervioso con cada mirada furtiva que le lanzo. El reloj, juez y verdugo, mi eterna condena, siento la soga del cadalso, que suave abraza el cuello del condenado minutos antes de exhalar el último aliento, acariciando mi piel. El tiempo retrocede, la espada se mantiene todavía estable sobre mi cabeza, no hay riegos de los que preocuparse; de momento.

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